Eva Ortega-Paíno en la sede madrileña del CNIO

Eva Ortega-Paíno en la sede madrileña del CNIO

Españoles en el Mundo

Eva Ortega-Paíno

“Investigar como funciona la vida es muy divertido”

“Vivir todos los días a tope, sin renunciar a nada” es la máxima vital que ha convertido a Eva Ortega-Paíno en una mujer hiperactiva. Aunque se la ve tremendamente ocupada –en las conversaciones previas para fijar la fecha de la entrevista ha sido difícil encontrarla dos veces en la misma ciudad- esta madrileña, del barrio de Villarosa, trasmite la satisfacción de quien dedica su esfuerzo a conseguir sus sueños y hacer realidad sus objetivos. Tras vivir 17 años en Suecia, país por el que fue miembro del Consejo General de la Ciudadanía Española en el Exterior, el pasado septiembre retornó a España para ponerse al frente del Biobanco del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, CNIO, con el objetivo de hacerlo crecer, aumentar las donaciones y disponer de todas las muestras que necesitan los investigadores que buscan tratamientos contra el cáncer.

¿Cuándo descubrió que la Ciencia era su vocación?

Desde pequeña tenía claro que quería ser científica, me parecía muy divertido investigar, entender cómo funciona la vida, la naturaleza. Cuando terminé el instituto, sufrí un cambio de dirección y me planteé estudiar Arquitectura, pero al final me decanté por matricularme en la Facultad de Químicas de la Complutense, que era una forma de acceder a la Bioquímica y la Biología Molecular. Compatibilicé la carrera con un trabajo en el área de administración del Hospital Ramón y Cajal donde, cuando me licencié, pude hacer la tesis doctoral sobre inhibidores tumorales, estudiando el papel de las proteínas en la proliferación y crecimiento celular de los tumores “sólidos” inducidos químicamente en ratones.

Una vez conseguido su doctorado, ¿por qué se fue al extranjero?

Quería seguir investigando y para hacerlo es muy interesante salir fuera. Ser científico no solo consiste en trabajar en un laboratorio, hay que convertirse en una persona capaz de afrontar nuevos retos, conocer nuevas culturas, tener nuevas ideas.

¿Por qué eligió Suecia?

Los países escandinavos se toman muy en serio la I+D+i. Suecia invierte más del 2% de su PIB en Ciencia y tiene establecida la interacción, en muchos casos obligatoria, entre universidad e industria en proyectos de innovación. A mí me surgió la oportunidad de hacer una tesis postdoctoral en la Universidad de Lund y la aproveché. Trabajé en un campo muy novedoso, el silenciamiento genético en el linfoma de manto celular. Era un área muy nueva, la primera publicación sobre el tema se hizo en gusanos en 1.998, y eso me dio la oportunidad de conocer a gente muy interesante. Coincidí, por ejemplo, con Craig Mello o Andrew Fire, que consiguieron el premio Nobel de Medicina en 2006 gracias a sus estudios en esta materia. Con ellos pude hablar, intercambiar conocimientos e, incluso, bailar en los congresos científicos a los que acudíamos.

En Suecia ha sido la coordinadora de los Biobancos del sur de este país. ¿Cómo lo consiguió?

Iba para un año y al final he estado 17. En 2007 di el paso hacia la industria y me fui a Oslo, Noruega, a dirigir un grupo de biología “in vitro” dedicado a testar anticuerpos recombinantes como terapia. Dos años después, la empresa en que trabajaba hizo recortes de personal y decidí volver a Suecia y trabajar intermediando entre empresas españolas y suecas.

En esas fechas, a mi marido, David, le detectaron un cáncer de esófago. La enfermedad de mi marido fue un punto de inflexión en mi carrera. Teníamos 3 hijos y su enfermedad hizo que nos replanteáramos nuestra situación laboral. Ambos éramos autónomos y pensamos que sería bueno contar con más seguridad en los ingresos familiares. Llamé a la Universidad de Lund, donde siempre me han apoyado, y me ofrecieron entrar en la Red Nacional de Biobancos Suecos (BBMRI.se). En ese puesto he estado hasta que surgió la oportunidad de volver a España como directora científica del Biobanco del CNIO.

¿Buscaba usted el retorno?

Sinceramente, no. Yo estaba completamente integrada en Suecia y las condiciones de la investigación en España hacen muy difícil plantearse retornar, porque no se ofrece estabilidad laboral a los que vuelven. Lamentablemente, España tiene salida pero no retorno para su talento. Es una pena. Se invierte un dineral para formar un doctor y cuando pueden producir lo hacen fuera, en países que no han gastado un duro en la formación.

Mi caso es distinto. La oportunidad que me ha ofrecido el CNIO es fantástica: un trabajo estable, en un centro de excelencia, con un apasionante reto profesional por delante. Es como si me hubiera tocado la lotería. No lo podía rechazar.

¿Por eso colabora usted en RAICEX, la asociación de investigadores españoles en el exterior, de la que es Secretaria General?

Claro. El desarrollo de un país se mide por su producción científica y nosotros, los investigadores que trabajamos en el exterior, queremos ayudar a que en España se creen las condiciones para que se pueda recuperar y rentabilizar todo el talento que ha salido fuera.

El Biobanco del CNIO dispone actualmente de unas 15.000 muestras humanas de tumores

BUSCANDO RESPUESTAS

10.000 metros cuadrados de laboratorios en el norte de Madrid –una superficie similar a 1’5 campos de futbol- han convertido al CNIO en uno de los 10 mejores centros de investigación oncológica del mundo y el 2 en Europa. Con las últimas tecnologías en el campo de la citogenética, la genómica funcional o la química médica, 400 investigadores trabajan en sus instalaciones desarrollando proyectos para conocer las singularidades de los distintos tipos de cáncer y encontrar nuevos tratamientos.

“Buscamos las respuestas que demanda la sociedad. Los enfermos ponen todas sus esperanzas en que encontremos la forma de curarles” señala Eva Ortega, que dentro de esta cadena de investigación tiene la responsabilidad de suministrar las muestras humanas “que son imprescindibles para realizar los experimentos y probar los nuevos tratamientos. Desde el Biobanco garantizamos que el material es de la máxima calidad, al mismo tiempo que salvaguardamos el anonimato de los donantes”

El CNIO dispone actualmente de unas 15.000 muestras humanas de tumores, que Ortega está convencida que pronto podrán aumentar. “Llevo toda la vida, resalta, trabajando en oncología y he vivido la enfermedad en primera persona, como viuda de un enfermo de cáncer. Me siento muy identificada con los pacientes. Sé que son muy vulnerables, pero también muy altruistas. Lo dan todo para ayudarnos a que podamos curarles”.

Ortega es optimista. “Es verdad que, a diez años vista, la incidencia del cáncer aumentará y 2 de cada 3 personas sufrirá la enfermedad en algún momento de su vida. Vivimos más y hay más posibilidades de sufrir una mutación dentro de nuestro genoma, pero los niveles de supervivencia a la enfermedad se incrementarán. Tenemos nuevos tratamientos y se está invirtiendo muchísimo en métodos de detección temprana de tumores incipientes. Localizarlos dentro de su “nicho”, sin que hayan escapado y provocado metástasis, facilita mucho su curación”.

La clave está en invertir en investigación. A finales de 2014 se ponía en marcha la iniciativa “Amigos del CNIO” con el objetivo de captar donaciones privadas que ayuden a desarrollar nuevas líneas de investigación. Ya son más de 1.300 las personas, empresas e instituciones que forman parte de este colectivo y Ortega está convencida de que seguirá creciendo: “España es muy altruista y colaborar con el CNIO garantiza que todo el dinero se destinará, íntegramente, a investigación”.

J.A GARCIA BRUNETE

FOTOS: TONY MAGÁN

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